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No, no hablo de eso.

Así que Bergoglio es pa­pa. Sí, Bergoglio, el que di­jo que en el mat­ri­mo­nio igual­i­tario "está la en­vidia del De­mo­nio que pre­tende de­stru­ir la im­a­gen de Dios", porque la im­a­gen de su dios dis­crim­i­na.

Sí, el Bergoglio que dice que ve pros­ti­tu­tas de once años en la calle, pero en vez de hac­er una de­nun­cia poli­cial lo que hace es un dis­cur­so.

Si, el Bergoglio que di­jo "hay dos proyec­tos: el de nues­tra fe, que re­conoce a Dios co­mo Padre, y hay jus­ti­cia y hay her­manos. Y otro proyec­to, el que en­gañosa­mente nos pone el en­e­migo, que es el del Dios ausen­te, la ley del más fuerte, o el del rel­a­tivis­mo sin brúju­la" co­mo si porque no creo en su dios soy una her­ramien­ta de su de­mo­ni­o, y mala per­son­a.

Sí, el Bergoglio que di­jo "Lo pe­or que le puede pasar a un ser hu­mano es de­jarse ar­ras­trar in­ade­cuada­mente por las luces de la razón", y que ob­vi­a­mente ha re­sis­ti­do esa tentación por más de se­ten­ta años.

Si, ese Bergoglio aho­ra es el sober­a­no ab­so­lu­to de la ciu­dad es­ta­do del Vat­i­cano. No, no ten­go na­da que de­cir al re­spec­to.


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