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El Asiento del Fondo

Cuan­do yo era chico (pero muy chico, a los 5) y por un­os cuan­tos años, es­tuve en un cineclub, que se llam­a­ba Nú­cleo Joven. Nos jun­tábamos los sába­dos a la tarde en el cine que es­ta­ba en la es­quina de Ituzaingó y San Luis, si no me fal­la la memo­ri­a. Veíamos pelícu­las y dis­cutíamos qué nos había gus­ta­do y qué no, y se pub­li­ca­ba ca­da tan­to unas ho­ji­tas con cosas que hacíamos o decíamos

Mi críti­ca de "La Novi­cia Re­belde": "me quedé dormi­do a la me­dia ho­ra". 30 años de­spués Rosario trató de hacérmela ver de nuevo, porque es una de sus pelícu­las fa­voritas. Me quedé dormi­do a la me­dia ho­ra.

Pero bueno, había pelícu­las mejores, pelícu­las pe­o­res. Vi­mos és­ta que me gustó y és­ta que me acuer­do de ver­la dos ve­ces y la se­gun­da in­ten­tar con­tar las pal­abras que se di­cen (no legan a mil).

Aparte podía ir a ver las pelícu­las "nor­males" del cine gratis, o casi, y aprovech­a­ba para ver cualquiera que fuera ap­ta para to­do públi­co (sí, a los cin­co años, iba al cine so­lo. Co­mo mu­cho, con mi her­mano de ocho. Los 70s er­an así.)

Era un cine chiq­ui­to, pero tenía esa for­ma de los cines an­tigu­os, se en­tra­ba por atrás, y el piso primero ba­ja y de­spués sube, y cuan­do uno tiene cin­co años eso es un prob­le­ma, porque o es­tás en la primeras fi­las o no ves nada, y en las primeras fi­las la pan­talla es enorme y es­ta muy ar­ri­b­a.

Pero había un tru­co. El pasil­lo que ll­ev­a­ba al frente era an­cho, y en el fon­do, aba­jo del proyec­tor, había cu­a­tro bu­ta­cas con­tra la pared. Si me senta­ba en una de esas, veía per­fec­to, por lo menos cuan­do la gente no se lev­anta­ba para ir al baño.

Yo siem­pre me senta­ba en la ter­cera bu­ta­ca des­de la izquier­da. En al­gún mo­men­to, se em­pezó a sen­tar, en la primera bu­ta­ca, una mu­jer. Di­go mu­jer, pero no ten­go idea de la edad. En una de esas tenía catorce, o vein­tic­u­a­tro, o al­go in­imag­in­able, co­mo trein­tay­cu­a­tro, cuan­do em­pezó a sen­tarse.

Y char­lábamos.

Y era lo mejor de ir al cine.

Y nun­ca le vi la cara.


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